Colgaba hace un par de días una entrada explicando
brevemente qué era un cerato. Animada por algunas recetas cosméticas que
encontré y queriendo aprovechar restos de cera de soja me decidí a realizar un
nuevo “mejunje”… Mi objetivo principal era hacer una base a partir de la cual
obtener una textura cremosa o más sólida, tipo barrita de masaje (para hidratar
la piel)
Como ha sido un experimento y no he seguido ninguna receta
preestablecida me salió un pequeño desastre que pude aprovechar para hacer un
exfoliante… ¿Os cuento? Pues a la cera de soja le puse cacao en polvo por lo
que aunque obtuve una textura increíble el polvo no se disolvió y si la
utilizaba como hidratante corporal no había manera de deshacerse del cacao…
Aún y así, os explico, para que también vosotros podáis
experimentar… Tenía unos 20
gramos de cera de soja (no modificada) que fundí al baño
maría y a los que añadí 5 ml de macerado de vainilla y una cucharada de café de
cacao en polvo. Como ya os he dicho, no acabó de gustarme el resultado así que
lo utilicé como exfoliante…
Mi exfoliante de cáscara de nuez
Lo batí con unas varillas para que se hiciera más blandito,
le añadí aceite de oliva, polvo de cáscara de nuez y un sobrecito de azúcar.
Aplicado sobre la piel húmeda, dando ligeros masajes, fue un
auténtico placer chocolateado. No me gusta la idea de usar aceites o mantecas
en los exfoliantes porque como hay que aclarar siempre me da la sensación de
estar malgastando producto… Pese a ello, su uso es fantástico, porque a la vez
que exfolias, estás hidratando y aunque te aclares, la piel queda suave y ligeramente “pringosona” como cuando usas
algún aceite o manteca más densos.
Siento no poder poneros las medidas exactas, ¡ya sabéis que
este es un blog “experimental”! En próximos intentos prometo ser más
concienzuda…
Eso sí, moraleja: por mucho que nos guste el chocolate… :)